El IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) es un impuesto indirecto que se aplica en España sobre el consumo de bienes y servicios. Este impuesto se encuentra regulado por la Ley 37/1992 y su objetivo es gravar el valor añadido de cada etapa de la cadena productiva, es decir, el valor que se agrega en cada proceso hasta que el producto llega al consumidor final.

Por otro lado, el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) es un impuesto directo que grava la renta obtenida por los contribuyentes en un determinado periodo de tiempo. En el caso de autónomos y profesionales, el IRPF se aplica sobre los beneficios o ingresos que obtienen en el ejercicio de su actividad económica.

Por ejemplo, en el caso del autónomo que mencionábamos anteriormente, si compra materiales por valor de 1.000 euros y paga 210 euros de IVA, podrá deducir ese importe del IRPF a pagar, ya que se trata de un gasto necesario para su actividad.