La renta inmobiliaria es un concepto clave dentro del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en España, ya que se trata de uno de los rendimientos que deben ser declarados por los contribuyentes a la hora de realizar su declaración de la renta.

Para calcular la renta inmobiliaria, es necesario tener en cuenta diferentes factores, como el valor catastral del inmueble, los gastos deducibles, la fecha de adquisición del mismo y la situación personal del contribuyente. En primer lugar, se determina el rendimiento neto, es decir, la diferencia entre los ingresos percibidos y los gastos deducibles relacionados con la propiedad del inmueble, como el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), cuotas de comunidad, intereses de la hipoteca, entre otros. Este será el importe que se sumará a la base imponible del IRPF.

Es importante destacar que, en caso de tener varios inmuebles en propiedad, el contribuyente deberá sumar todos los ingresos y gastos deducibles de cada uno de ellos para obtener un rendimiento neto único. Sin embargo, si alguno de estos inmuebles ha generado pérdidas, estas no podrán ser compensadas con los rendimientos positivos de otros inmuebles, sino que se podrán deducir en futuros ejercicios fiscales.