Para ello, el cónyuge colaborador debe obtener un número de identificación fiscal y presentar su alta en el régimen de la Seguridad Social correspondiente. Además, deberá llevar una contabilidad propia separada de la del titular de la actividad y emitir facturas propias por los servicios prestados.

Es importante mencionar que, si el cónyuge colaborador también desarrolla una actividad económica por cuenta propia, deberá tributar por separado en el régimen que le corresponda. Además, si el colaborador obtiene unos rendimientos inferiores a 12.000 euros anuales, no estará obligado a presentar declaración de IRPF a menos que le sean aplicables deducciones por invertir en vivienda habitual o por realizar aportaciones a planes de pensiones, por ejemplo.