En España, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) es un impuesto progresivo, lo que significa que a medida que aumenta la renta de una persona, también se incrementa el porcentaje del impuesto que debe pagar. Para calcular el impuesto final a pagar, se aplican diferentes escalas gravamen, las cuales establecen los tramos de renta y los porcentajes a aplicar en cada uno.

Es importante destacar que, para determinar el tipo impositivo aplicable, se tienen en cuenta las circunstancias personales y familiares del contribuyente, como su estado civil, la existencia de hijos o personas con discapacidad a su cargo, entre otros. Esto se refleja en las deducciones y reducciones en la base imponible, que pueden disminuir el tipo impositivo final a pagar. En resumen, durante el ejercicio fiscal 2011, los contribuyentes en España tuvieron que cumplir con distintas escalas gravamen que variaban según su nivel de renta y otras circunstancias personales.