En términos fiscales, el canje y la permuta son dos operaciones que suelen confundirse, pero que tienen ciertas diferencias importantes a tener en cuenta. Ambos términos se refieren a cambios de bienes, pero la diferencia radica en cómo se realiza el intercambio.

Por otro lado, la permuta es un intercambio en el que se involucra dinero para completar la transacción. En este caso, las partes intercambian bienes de igual o diferente valor, pero se realiza un ajuste financiero para equiparar el valor de los bienes. Por ejemplo, si una parte ofrece un bien de mayor valor, la otra parte puede pagar la diferencia en efectivo. En este caso, se produce una ganancia o pérdida económica para una de las partes involucradas.

Además, en el impuesto sobre la renta (IRPF), la permuta se considera una ganancia o pérdida patrimonial, en función del valor de los bienes intercambiados y del ajuste financiero que se haya realizado. En cambio, el canje no genera una ganancia o pérdida patrimonial, ya que no hay una transacción económica directa. Sin embargo, en ambas operaciones, es importante tener en cuenta el valor de los bienes intercambiados, ya que puede tener repercusiones fiscales en determinadas circunstancias.