Los Gastos de Difícil Justificación son aquellos gastos que una persona o empresa realiza y que no pueden ser justificados o probados de manera documental ante la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT). Estos gastos son considerados como deducciones no admitidas en la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y pueden llegar a ser motivo de una posible inspección fiscal.

Además, para que estos gastos puedan ser deducidos en la declaración de IRPF, la AEAT exige además una justificación detallada y coherente de su necesidad y relación directa con la actividad económica, así como la presentación de todos los documentos necesarios para su comprobación. En caso de no cumplir con estos requisitos, la AEAT podría considerarlos como gastos no deducibles y realizar las correspondientes sanciones o ajustes en la declaración de impuestos.